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Ese fraile taciturno,
que en el silencio
de un rincón del mundo,
no se atreve mirar al cielo
para no desentonar
con sus sentidos
la armonía de su alma.

Lleva como abrigo
una sotana raída,
que en sí evoca
calor y frío.
Y con la humildad
arastra el polvo del hombre
y el hombre polvo.

¡Esa sombra fortifica!
Y miro con desprecio
los que divertirse dicen,
cuando, descargan sus fracasos
en pedantes fraseos,
que son el eco del
tormento de su alma.


E.E.R. LEFEVRE DE WIRZ

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De pequeño Gilberto,
tu madre te miraba,
y tus sienes besaba,
sin atreverse a hablarte.


Tu alma pura,
en las verdes hierbas
de las praderas,
vieron las esmeraldas
del más allá.

Del agua clara de la fuente
tus ojos tomaron su nitidez
y el cielo ufano
en ellos se reflejó.

Tu infancia corrió
como corre el tiempo
y tu presencia
santificó el pecado.

Pero Dios no podía dejarte
por más tiempo en este lodazal
y al montaña te llamó.

Tranquilito esperaste la muerte,
y con un...
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El reír de la tristeza,
es como el color vivo
de una rosa seca.

Tiene la melancolía
triste de la muerte
que esparce en el ambiente.

Su esencia mística,
difícilmente deja
de sentirse.

La delicadeza de ese reír
encanija la frivolidad
y despierta desprecio.

Porque,
nada duele más,
que la superioridad.

Y el que llora
con sonrisas
sublimiza sus tristezas.


E.E.R. LEFEVRE DE WIRZ

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La estación de variedad,
el mostrario de colores.

La niña caprichosa
que se viste un día de gala y,
asida de la mano con el viento,
retoza en las aguas cristalinas.

Y riendo con las flores,
va danzando entre las nubes,
languideciendo lentamente;
mientras sus hojas verdes
se truecan en las bellas purpurinas,
que con lágrimas de sangre,
lamentan la fría venida del invierno.

¡Muerte segura!
y pálidas, muy pálidas, caen mutiladas.

Sus cuerpos inertes,
con mortuoria sábana blanca
son...
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Un vide autour de moi
remplit l’espace jadis
comblé de toi.

Tes souvenirs cassent
mes oreilles
avec le bruit de tes pas.

Ton sourire innocent
ton regard pur…
un miroir de joie.


E.E.R. LEFEVRE DE WIRZ

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Silencio, silencio en el alma tranquila
de la jovencita que duerme.
No hay volcanes y las tormentas
nunca la han flagelado.

Tiene la belleza,
de un lago sereno
donde el sol comienza
sus aguas a entibiar.
Mas la ley es la ley,
y quien la hizo
cambiarla no querrá.


De la superficie a la profundidad,
las corrientes tibias y frías
irán calentándose hasta vapor
Y así sutil, subirán al cielo.

Vuelta nube blanca y bella
como pájaro suelto
cruzará el espacio
hasta terminar en...
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